miércoles, 28 de enero de 2009

El asesino.



Espero...

Espero a esos tontos que se creen más listos que yo... Al fin pudieron dar conmigo, al fín. Después de tanto tiempo, ya saben quién soy.

No los culpo, pero me desesperan. Me desespera que, aunque tienen "tecnología" y mucha gente tras mi rastro, no me hayan encontrado antes. Aunque debo admitir, haciendo a un lado la modestia, que soy el mejor en lo que hago. Buscar, encontrar, localizar, entrar y matar; simple, llano y preciso. Como todo asesino debe ser. Hay muchos idiotas por ahí que sólo buscan y matan. Un error fatal, por eso los encuentran. Cuando tu presa no confía en ti, es mas difícil llegar a tener una oportunidad de actuar; no, yo no hago sólo eso. Da asco, pero debo entrar y ganar su confianza, aparentar interés en la persona. Podría ser como ellos, pero me quitaría la satisfacción de empaparme de sus "emociones" rotas, su confianza traicionada, me quitaría ese pequeño placer de eliminar lo que tanto odio. Porque yo los odio. He oído de muchos que sienten "amor" por sus presas. Es patético. ¿Cómo sentir amor por una especie tan baja, tan ruín? Esto me recuerda mi "primera vez". La conocí de toda la vida, era mi sobrina. Siempre la odié, como a todos, pero a ella en especial. Melissa, se llamaba, tenía 8 años; una niña molesta, tonta, creída, orgullosa y caprichosa. Y un día, llevó al límite el odio que sentí por ella, y cometieron el error de dejarmela encargada. "La llevas a la escuela, y ves que haga su tarea", dijo mi hermana, y se fue. La dejaron dormida sobre el sillón. Pensé en actuar ahí mismo, pero no... Debía esperar a que despertara, que viera y entendiera lo que iba a pasar, y por qué pasaría. Despertó y me miró, no hubo necesidad de hablar, lo entendió al verme a los ojos. Bueno, el hacha que tenía en las manos ayudó un poco. La amarré de los manos y los pies, no quería que se moviera, pero no la amordacé. Quería escuchar sus gritos, su miedo, la súplica por su vida... Tomé la plancha, y quemé la planta de sus pies, para empezar con algo leve. Intentó quitarlos, pero pisando sus tobillos fue suficiente para mantenerla quieta. Luego, con unas pinzas, corté uno a uno sus deditos, y con un cuchillo hice más hondas las heridas, e hice algunos patrones en su espalda, fue tan divertido ver su piel con diseños color sangre. De nuevo con la plancha, fui cauterizando los daños, no quería que muriera desangrada, aún tenía mucho por hacer. Hubo un poco de charla: "¿Por qué tío, por qué?", preguntó. "Porque eres un humano, y los humanos son una puta plaga... Y mi misión, querida sobrina, es exterminar esta plaga..." Obviamente, yo también soy humano, no soy superior a cualquiera de mis víctimas, pero al menos tengo en la mente la verdad... Debo acabar con la destrucción de esta escoria. Además, hacerlo es extremadamente divertido. Luego, decidí que era hora de terminar. Tomé mi hacha de nuevo, y corté por secciones sus brazos y piernas, y cuando fue sólo un torso, corté su cabeza.
Fue tan... gratificante, saber que había terminado con ella. Al fin habia empezado a eliminar la plaga humana. Una niña, pero por algo se había de empezar. Las demás presas fueron igual de satisfactorias. Hombres, mujeres, niños, viejos, listos, tontos, claros, oscuros, altos, bajos, feos, delgados, con o sin pareja, homosexuales, retrasados, discapacitados, ciegos, sordos, mudos, en realidad no importaba eso. La idea, es exterminar a la escoria humana. Y mientras mas gente mato, más divertido se vuelve esto. No tienes idea de lo placentero que es escuchar en las noticias sobre el "asesino del hacha", sobre mí.
Trescientas setenta y dos víctimas en año y medio, según los medios. Trescientas trece, según la policía. Según mi cuenta, van cuatrocientas veintinueve; obviamente, no han encontrado todos los cuerpos... Como sea, aun quedan millones, y debo matar a todos los que pueda. Una especie que se cree superior, que acaba con otras especies y abusa de su capacidad de "crear" destruyendo, no merece existir. Matan por placer, hacen guerras sin motivo, crean cosas para destruir más cosas. Se autoeliminan, pero acaban con otros en el prcoeso. Pero va a terminar eso, al menos yo soy la semilla, y brotarán frutos de mí, lo sé.

Llegaron... Al fin. ¿Escuchas? Van a tirar la puerta. Se que hoy moriré, pero primero, voy a matar a todos los que pueda.

Mi fin llega, pero el de ellos también. Y ojalá, alguien capte el mensaje cuando esto termine...
...

-¡Diana, apaga eso y vente a comer!- Grita mi madre desde la cocina.

Mi madre... ¿Acaso no lo ve? Él murió... Sé que no era una buena persona, pero yo lo amé, lo amé como a nadie...
Él me abandonó, me dejó a mi suerte, pero aun así, no he dejado de quererlo.

Supe de él otra vez cuando empezó a matar; más bien, hasta que descubrieron quién era y pasaron sus fotos y retratos hablados en televisión. Sigue tal como lo recuerdo...

Nunca me amó... Lo sé, porque me lo dijo... "¿Me quieres?", pregunté. "Ja ja, lo más cercano a quererte, es no odiarte, idiota..." Lloré mucho después de eso, y luego se fue... Una mañana, al despertar, fui a verlo. Ya no estaba, dijeron. Tomó sus cosas y se fue, dijeron. "Debes olvidarlo", dijo mi madre; pero... ¿Cómo olvidar al hombre que más amo? Era un idiota, un cerdo insensible y nunca me amó... Pero él era mi padre... Y hoy, está muerto...

Me duele en el alma. Me hubiera gustado conocerlo mejor, porque a los 6 (que fue a la edad a la que mdejó) no conoces realmente a tu padre.

Tal vez... Tal vez haciendo poco de lo que él hacía, lo conozca mejor... Después de todo, tenía razón, somos una plaga... Odio a los que lo mataron... Y odio a mi madre... Cuando nos dejó, ella siguió como si nada, tan tranquila, hasta feliz...

Voy... Voy por el hacha, al jardín... Tengo una misión heredada... La misión de mi padre, ahora es la mía...

sábado, 24 de enero de 2009

House



No soy un amigo que quisieras tener.

Como un Rey Midas inverso, cada cosa que toco, la destruyo, la convierto en algo malo.

Y hay muchas pruebas de eso.

Anoche, salí a beber con dos amigos, Isaac y Admín. Fuimos al lugar de siempre, y estuvimos platicando, bebiendo, estábamos alegres. Pero con la maldita inconsciencia que me brinda el alcohol, pasó lo que es inevitable cuando estoy cerca, pasó algo malo. Le tiré un pedazo de diente a mi mejor amigo, Isaac. ¿Qué hizo él? No pudo hacer más que aventarme cerveza en la cara. Nada más. De haber sido yo el que hubiera perdido un diente, me hubiera dejado ir encima a golpes, y nunca más hubiera vuelto a ver al pendejo que me lo tiró. Pero él no. Sólo fue al baño a parar la hemorragia. Me quedé un rato ahí, sentado, sintiendo miedo, sintiendome mal. "Ve a hablar con él", me dijo Admín. Subí las escaleras, y entré al baño, ahí estaba, con un pedazo de papel tratando de detener el sangrado. No pude decir nada, sólo puse mi mano en su hombro, y le pedí perdón no sé cuántas veces. Pensé que me iba a golpear, que me iba a gritar, que me iba a decir que en su vida quería volver a verme. No. Simplemente, dijo: "Son cosas que pasan". No me merezco un amigo así, porque soy un imbécil. Ya una vez, lo describí como el tipo que tiene mi amistad, pero que en realidad, no la quisiera. "¿Recuerdas la vez que dijiste que tu relación conmigo era como la de House y Wilson? Pues tienes razón, Victor", me dijo.
Desde que empecé a ver la serie, me comparé con House. Odio a la gente, me siento superior, sarcástico, cínico, grosero, poco ético y sin respeto por nada o nadie. La única diferencia, es que yo no tengo título médico, además de que me falta el carisma que puede llegar a tener House con la gente. Yo sólo soy un miserable, un ser sin respeto o amor por la humanidad. House tiene un amigo, Wilson. Un oncólogo muy humano, trata con respeto a todos, es humilde, sensible. Todo lo que House no es. A pesar de esa abismal diferencia, Wilson y House son amigos. Como Isaac y yo. House trata a Wilson como a todos los demás, lo cree inferior, mentiroso, débil, lo cree un humano más, lo maltrata, lo insulta y lo desmoraliza. Wilson, sin embargo, tolera la desesperante actitud de House, y lo escucha, lo apoya, lo valora y especialmente, lo respeta. Así es la relación que tengo con Isaac. Es mi mejor amigo, pero aún así, siempre acaba siendo el blanco de mi ira contra el mundo. Lo meto en problemas, cuando él me saca de ellos. Arriesgo su vida, cuando él a veces protege la mía. Lo lastimo, cuando él nunca lo hará. Hasta cuando intento hacer algo bueno por él, acaba mal todo. No soy más que un destructor. Y ya me cansé. No merece un amigo así. Merece alguien que le de el mismo apoyo, el mismo respeto y el mismo valor que él me da. Tengo problemas, lo sé, pero no sé cómo resolverlos. Y no debo desquitarme con él por esos problemas. Por eso, he tomado una decisión. En la serie, Wilson se harta de House, y se va. Él no es el problema, el maldito problema soy yo. Ergo, el que debe alejarse, soy yo...

"Basta... Basta de llamarme así...
Ya voy a ir, voy a subir cuando me toque a mí...
Mientras, yo te canto esta canción...
En tu voz, en tu honor...
O en la voz de los que están durmiendo ahí...
Y juro que la cara voy a dar, cada vez...
Cada vez que alguien te nombre aquí o allá"

Por mi guitarra, que ese es mi juramento. Voy a intentar cambiar de actitud con él. Si no pasa, entonces no mereceré tenerlo como amigo. Que alguien más aproveche toda esa gran amistad que él puede dar, porque yo ya no la merezco.

jueves, 22 de enero de 2009

La guitarra.


-Si quieres llévatela, Victor- dijo mi tío.


Vieja y muy gastada, con la que aprendieron mis tíos. Esa guitarra que escuché no sé cuántas veces. La guitarra de mi abuelo, la que tuvo más de medio siglo. Y ahora, está en mis manos. El instrumento que amenizó muchas noches, que dejó salir sentimientos en tardes nostálgicas, que alegraba mañanas de fechas especiales, y es mía.

Tantos años que esa guitarra enseñó, creó, sonó, toda una familia que pasó por sus cuerdas, hasta que su legítimo dueño falleció. ¿Y qué pasó con ella? ¿Qué destino le dieron los bastardos que se hacen llamar hijos de ese hombre tan ilustre?

Fue cruelmente abandonada, negando su uilidad, su sonoridad, su historia, su importancia...

Olvidada, colgada de un clavo cualquiera en una pared cualquiera, dejándola empolvarse. Y, sin embargo, estoicamente se resistió a dejarse olvidar, sobrevivió a la posibilidad de apolillarse, de oxidarse, de pudrirse, ha soportado su vejez, la acepta, pero no se deja vencer por ella. Como en vida hizo su dueño.

Y ahora, es mía, y no es sólo una guitarra, es una vida de momentos felices y tristes, de éxitos y fracasos, de sol y sombra, de caos y orden, una vida que siempre estuvo ligada a la música, una vida que, si no fue ejemplar, al menos dejó un legado. No es sólo una posesión, es una responsabilidad. La responsabilidad de disfrutarla, de sentirla, compartirla y cuidarla como lo hizo mi abuelo. Y no hablo sólo de la guitarra. Acepto mi responsabilidad con mucho placer, júbilo, amor y respeto.

miércoles, 21 de enero de 2009

Prólogo

"Desocupado lector: Sin juramento, me podrás creer que quisiera que este libro, como hijo del entendimiento, fuera el más hermoso, el más gallardo y discreto que pudiera imaginarse..."

Siendo este un libro (sic) tengo las mismas pretensiones, pero no es, ni será hermoso o gallardo, ni siquiera discreto, porque no habla de algo que sea relevante, interesante o cautivante, o de alguien que haya hecho grandes hazañas, ni que haya peleado por amor, o que haya encontrado la amistad de un modo bizarro y especial. Esta "obra", simplemente habla de una vida, de una esencia, de un tipo de pensamiento, expondrá al desnudo todo lo que soy, pienso e imagino, todo lo que invento, siento y origino...

Ergo, "desocupados lectores", no espero que disfruten, gocen o se alegren de leer lo que pasa en una existencia, una mente y una imaginación como la mía. Lo único en lo quiero creer, es en que intentaré hacerlos pensar, ilustrar, sorprenderse; y dejar una enseñanza digna de ser adquirida.

Quid pro quo, espero, digo yo algo, y espero que ustedes me digan otra cosa, ya sea comentando, por el mensajero, por teléfono, en persona.

"Y con esto, Dios te de salud y a mi no olvide. Vale."




*Nota, las frases entre paréntesis salieron de otro prólogo, el de Don Quijote de la Mancha.